J Jeffrey ZúnigaCC. Archivo |
Resumen
El presente artículo es un pequeño análisis sobre nuestra participación en la política. He querido distribuirlo en tres apartados que a continuación presento: los primeros dos referidos la naturaleza del hombre como ser político; y el tercero, a modo de conclusión un humilde análisis de nuestra realidad y posibles acciones para salir de la situación actual que nos afecta a los nicaragüenses.
1. El hombre, político por naturaleza
“Cuando un hombre toma con él a otro por una necesidad de algo y este por otra, al estar faltos de muchas cosas, congregándose en una sola residencia, habitan en común y se ayudan, a esta asociación le asignamos el nombre de Estado” (República). El hombre es un ser biológico psíquico social y espiritual, es por su naturaleza un animal racional, un animal pensante, un ser social y que por tanto se agrupa, se reúne se congrega, es en lo que psicología social se llama el principio de asociación, el ser humano se aglutina con otros de acuerdo a necesidades específicas o a intereses comunes y así se conforman grupos, estos trabajan por fines en común. Todos los grupos están formados por individuos que se encuentran en una misma región o viven cerca, esta comunidad de individuos es a lo que Platón llama Estado en su libro la República.
Esta premisa podemos deducir, por tanto, que todos los hombres por naturaleza somos seres políticos, y llamados a ejercer política y que de hecho en el ejercicio de ella encontramos felicidad, el hombre de hoy no debe temer a la política al contrario debe involucrarse puesto que el ejercicio de la misma lo hacemos todos, y al involucrarnos estamos también al servicio de la comuna, del bien de todos y ese bienestar es también responsabilidad de cada uno.
2. El Estado Ideal
El Estado debe velar por el bien de todos, las mayorías y las minorías. En la conformación de un Estado todos son importantes, artesanos, militares y gobernantes; cada cual según su función aporta de lo propio al bienestar de todos. Los artesanos con su trabajo mantienen la vida económica, los militares la seguridad y los gobernantes cuidan del bien común, pero de la política son responsables todos, todo ello se desarrolla en un territorio específico en que gobernar, la responsabilidad es compartida y es compromiso del progreso, o el deterioro de la sociedad es consecuencia de los actos de todos.
Este Estado en el que participan y del cual son miembros muchos necesita de líderes, personas en las que se pueda confiar el andar de la comuna, el progreso de la misma el cuidado de sus leyes, de ahí que el Estado está conformado también por una serie de instituciones que deberán formar parte los mismos ciudadanos; y estos asegurarse que quienes estén al frente deberán ser hombres justos, coherentes dispuestos a ponerse al servicio de los demás, capaces de desarrollarse y auto realizarse poniendo sus talentos al servicio de la comuna, trabajando por ella atendiéndola y asumiendo con verdad y dinamismo el trabajo que el estado les ha confiado. “El auténtico gobernante no ha nacido para buscar el interés para él, sino para el gobernado” (La República- Diálogo sobre la Justicia,) deberá preocuparse por el bien común y no estar interesado por favorecer un grupo o un sector, el estado de bienestar, pero cómo se mide cuando si todos los individuos están felices (La República-Diálogo sobre la felicidad del estado), de aquí que las decisiones se pueden tomar por la mayoría, sin descuidar el derecho de las minorías, ellos también cuentan y son parte del estado, de modo que al crearse políticas públicas debe tomarse en cuenta que primero sean necesidades públicas así los gobernantes entrarán en diálogo asumiendo su papel en la administración del estado y dando respuestas que beneficien a todos.
3. Una Nicaragua para todos
La Nicaragua en que vivimos es un estado que a lo largo de la historia ha sido violentado, maltratado, manoseado por hombres y mujeres que se han aprovechado del poder que ejercen en beneficio no de todos, sino de unos pocos, de ellos mismos. Una historia que se ha teñido de sangre y un patrón de conducta en los gobernantes muy predecible y un pueblo que lejos de conocer realmente su historia comete los mismos errores y que en lugar de reconciliarse con su historia se adormece, se acomoda y cada vez pierde más su constitucionalidad, permite que se vayan perdiendo los valores, además de ello una sociedad, que en medio de esa comodidad se va envejeciendo (Mensaje de los Obispos de la Arquidiócesis de Managua a los jóvenes 18 de Junio de 2011), va perdiendo el gusto por el buen vivir, y se inserta en una cultura incluso de muerte que se expresa en la violencia, y ella en sus expresiones sobre todo a nivel constitucional, jurídico y en la represión de las masas de quienes desean expresarse y hacer uso de su derecho a la libre expresión y movilización.
Para que en Nicaragua pueda hablarse en verdad de Estado es necesario una descentralización de los poderes que se encuentran partidarizados; no se trata del ejercicio de unos cuantos, sino la representación de todos y que se puedan tomar en cuenta las bases de este pueblo, sin violar los derechos de las minorías. No son las arbitrariedades ni los criterios de una sola persona o de una cúpula sino las que deben regir a Nicaragua sino la voluntad y el respeto a la decisión de todos, esta Nicaragua que anhelamos no podrá lograrse si no es a base de consenso y de democracia, también de diálogo que debe establecerse entre todos los sectores del gobierno pero sobre todo con el pueblo.
Hay que conocer la historia y vivir dentro de ella, (Mensaje de los Obispos de la Arquidiócesis de Managua a los jóvenes 18 de Junio de 2011) es necesario que el hombre de hoy haga un recorrido histórico asumiendo su historia y conociendo los errores para poder proyectarse hacia un futuro mejor y realizable del que todos somos parte y lo construyamos juntos.
JEFFREY KENNEDY ZÚNIGA INCER
Seminarista de Primer año de Filosofía
Diócesis de Jinotega