jueves, 17 de agosto de 2017

¿HAY DIFERENCIA ENTRE HOMBRE Y MUJER?

Manuel Lazo
Estudiante de Tercer año de Filosofía
Antes que nada, y partiendo del todo, no se puede obviar la diferencia natural que existe entre el hombre en relación a la mujer. Ambos tienen elementos psicobiológicos diferentes entre sí.  Es más, no se necesita ser experto en materia psicológica para entender que la psiquis de un hombre es completamente distinta a los pensamientos de una mujer. Por ejemplo, aunque el hombre pudiera transformar, externa e internamente su cuerpo, jamás podría pensar ni ser como ellas. Podrían cambiarse los genitales, pero jamás eliminaría la esencia de su ser. Pues nadie puede ser y no ser a la misma vez.

Naturalmente, hemos afirmado y expuesto, de forma general, las diferencias entre ambos géneros, pero, pon mucha atención, porque aquí es donde viene el meollo del asunto. Entre las diferencias que caracterizan tanto al hombre como a la mujer, hay un punto fundamental que no es ni psíquico ni biológico, pero que, valora e  integra la condición natural de estos dos seres, a este punto donde coinciden ambos sexos le llamaremos, dignidad. De modo que, seremos diferentes en cuanto a nuestra condición antropológica, pero iguales en cuanto a dignidad.

Seguramente, estimado lector, te preguntarás, ¿qué es eso de la dignidad? Pues bien, te pido que tengas paciencia que te lo iré explicando a mi manera. La dignidad es una palabra que indica una apreciación, una valoración de algo o de alguien. La dignidad depende de algo intrínseco, profundo, propio de cada uno, independientemente de si los otros ven o no, es ese algo que se encuentra en lo más íntimo de la persona humana. La dignidad radica en el poseer algo que merece, por sí mismo, amor, respeto, justicia. Algo divino que habita en la esencia del sujeto, y que, por ello, no puede ser despreciado ni violentado.

Por esta misma razón, quiero dejar claro que cuando hablo de dignidad, no me refiero a alguna funcionalidad, o de la contribución que alguien ofrece en un sector de la vida social. La dignidad no radica en la productividad, ni en la riqueza, ni en cualidades físicas, es decir, aunque Melania Trump sea más millonaria y atractiva que Rosario Murillo, no significa que la primera es más digna que la otra, o que Daniel Ortega sea menos digno que Donald Trump,  solamente por tener actitudes políticas más descabelladas. Ser digno, repito, depende de algo interno de la persona humana, y no de motivos externos.

Antes que hombre o antes que mujer, cada uno es miembro de la especie humana. Desde esta condición básica, común, se puede caminar, durante los pocos o muchos años de vida, con la certeza de valer mucho. Aunque a veces otros no lo reconozcan o no quieran aceptarlo. Aunque nosotros mismos olvidemos la propia dignidad. Aun-que se nos excluya de un trabajo, de algún centro comercial (Galería Santo Domingo), por ejemplo, o de la libertad de decir nuestras ideas filosóficas en una asamblea de intelectuales cerrados.
manuel Lazo entrega su Monografía con la que obtendrá el título
de Lic. En Humanidades con Mención en Filosofía 

Por lo mismo, la dignidad humana está a la base de cualquier ley o forma social, de cualquier costumbre o modo de vivir y de actuar en la sociedad. Siempre hay que respetar y defender esos derechos inalienables de la persona humana. Parafraseando las palabras de mi estimado maestro de Derecho Constitucional, Luis Benavides, es obligación de cada uno, respetar a la persona por su derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de su felicidad. Precisamente, porque es digna, porque lo merece por naturaleza.

Desde esta común dignidad humana de ambos géneros, es claro que, "el hombre y la mujer se realizan profun-damente a sí mismos, reencontrándose, recíprocamente con los demás ante todo como custodios de la dignidad" (DSI. Cap. III). Por ello, el pluralismo de las situaciones no es un obstáculo a la común dignidad. En Nicaragua, existen muchos modos de ser mujer y de ser hombre. La mujer puede ser soltera, casada, con hijos, embarazada, con trabajo, en paro; puede ser policía, presidente, puede estar en la cárcel o dictar sentencia en un tribunal; puede ser aún no nacida o pasar los días de su vejez en una casa de ancianos. En cada situación, la dignidad es la misma.

Modos diversos de ser que no ocultan ni eliminan la dignidad y el valor común de todas las mujeres. Lo mismo podemos decir de los hombres, menos el estar embarazados, muy mal por quienes desearían esto, pero la naturaleza ha hablado. Estos modos, muestran que la dignidad no es una propiedad del hombre en cuanto hombre, o en cuanto a ejecutivo, o maestro, sino, simplemente por ser miembro de la especie humana, se encuentre donde se encuentre, haga lo que haga, viva de una manera o de otra. 

Tener presentes estas verdades ayudará mucho para que nunca una mujer pueda despreciar o dañar la dignidad de otras mujeres o de otros hombres, para que nunca un hombre pueda discriminar o usar violencia sobre hombres o sobre mujeres. A la vez, permitirá el desarrollo de una cultura del respeto y de la solidaridad, en la que cada mujer y cada hombre sean valorados por lo que son, simplemente, sin adjetivos discriminatorios.

No obstante, en la historia humana, la dignidad de la mujer ha sido precaria en relación al hombre. No hay tradición cultural que no justifique el monopolio masculino, ni tradición popular que no perpetúe el desprestigio de la mujer, o que no la denuncie como peligro. Y, sin embargo, a pesar de la supremacía masculina, existieron mujeres valientes que lucharon por la igualdad de género. Como en el caso de Juana de Arco, la cual, fue enviada por la Iglesia Católica a la hoguera por defender sus ideas feministas, acusándola como hereje.  

  La revolución francesa del siglo XIX, marcó un hito crucial para las mujeres francesas, su participación influyó tanto en el proceso de revolución que lograron reivindicar sus derechos, especialmente, el derecho al voto. Dejaron de luchar individualmente para hacerlo de forma colectiva, teniendo como representante a Olimpia de Gouges. Su lucha fue fructífera, ya que lograron ser tratadas por igual ante la ley y el Estado. El respeto a la dignidad y la igualdad de derecho, fueron algunos de los principios fundamentales logrados por este movimiento. 

Actualmente, parece que los grupos feministas radicales han olvidado estos principios, ahora no promueven la dignidad de la persona no nacida, apoyando el aborto, ya no impulsan la igualdad, sino el odio y venganza contra los hombres, Andrea Dworkin lo manifiesta de la siguiente manera: "Quiero ver a un hombre golpeado y hecho una pulpa sanguinolenta, y un tacón alto metido en su boca, como una manzana en la boca de un cerdo". Por otro lado, la cultura machista tampoco se queda atrás, en este caso tenemos a Ricardo Mayorga refiriéndose a la mujer diciendo: "cuando las mujeres le faltan el respeto al hombre, se les dice, cállese, perra". ¡Qué categoría de hombre! ¿Le aplaudimos?

En fin, no es aceptable ni una ideología que denigra la dignidad humana, ni una cultura machista que violente los derechos de las personas. A los nicaragüenses nos urge fomentar una cultura del respeto recíproco entre ambos géneros. Tener siempre en cuenta el verdadero significado de la dignidad. Sólo así, eliminaríamos las noticias de femicidio, las exclusiones por raza, credo político, religioso, o estatus social. Solo así, empezaríamos a construir un mundo más humano. Es una tarea de todos, es un reto que hay que asumir. ¿Te sumas?

Manuel Lazo
Seminarista del Vicariato Apostólico de Bluefields, Nicaragua
Estudiante de Tercer Año de Filosofía 

UNA HISTORIA DE AMOR EN MI VIDA


 Luis Francisco Tórrez Martínez
II año de Teología de la Diócesis de Matagalpa 


Soy originario de Sébaco, en mi familia somos ocho hermanos, yo el menor de los varones. Dios me ha concedido la gracia de venir de una familia muy católica, mi papá era  Delegado de la Palabra, yo desde muy pequeño acostumbraba ir a Misa sin el consentimiento de ellos.
Mi vocación nace en Juventud Franciscana (Jufra), en el 2008 viví mi retiro de conversión y posteriormente viví mi experiencia de noviazgo durante cinco años.
¿Cómo nació mi vocación? Yo nunca había pensado ser sacerdote, viví una vida normal como joven, pensando en mi futuro: mi carrera, mi esposa, mi casa, etc. En el 2010, después de diferentes experiencias alejado de Dios, tuve una crisis existencial, por lo que me dediqué mucho a la oración en la cual pedía se aclarara la vocación a la que Dios me llamaba. Como todo joven tenía muchas dudas y miedos, por lo que pedía al Señor que me ayudara a saber que quería de mí y sobre mi inquietud. Unas de las veces que solía pasear con mis amigos, encontré a la orilla del rio un crucifijo, que aún lo conservo, y eso fue la señal para decidir que Dios me llamaba al sacerdocio.
 En el mismo año, un amigo me invitó a que fuera a las convivencias vocacionales y fui a mediados de ese año, me gustó el ambiente y el 29 de enero de 2011 entré al Seminario Menor de Matagalpa, debo señalar que en este año lo que caló más en mi persona fue el área espiritual, una experiencia única en la que el Señor me fue mostrando y confirmando la llamada a esta vida vocacional en el camino de la formación al sacerdocio y, me atrevo a decir que, la oración personal en el Seminario es la mejor herramienta e instrumento de trabajo que el Señor nos da para discernir mejor nuestra vocación.
Pronto vinieron las responsabilidades a las cuales he hecho frente y sigo respondiendo por gracia de Dios.
Reconozco que Dios se ha mostrado misericordioso a lo largo de mi vida, por ello estoy muy agradecido por el don de la vocación. A lo largo de estos siete años me he sentido muy contento en la formación, porque he venido madurando, lo que en un primer momento fue una emoción ahora lo considero una elección de vida. Aspiro mucho a ser servidor a través de la santa Misa y la confesión.
Sin embargo, estimados lectores, esto es un camino de aventura y de fe, en donde Dios te va mostrando el vivir y el sentir del pueblo y lo que te pide para que seas un buen sacerdote; por ello reitero que son momentos de misericordia y en ella me siento realizado y quiero seguir dando lo mejor de mí, para una entrega total y magnífica al buen Dios con nosotros.
Agradezco a todas las personas que me han venido apoyando en la oración, a mis formadores, y espero que esta humilde historia de amor vocacional sirva para que muchos jóvenes se animen a seguir al Señor a través del sacerdocio, Dios les bendiga. 


“Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad”

Valerio Orellana
I año de Filosofía
Nacido el 23 de octubre de 1997 en una pequeña comunidad de la Costa Caribe Sur, llamada puerto el Bluff, distante a unos 20 minutos de la ciudad de Bluefields. Mis padres son Valerio Orellana Ocón y Mer-cedes Rodríguez. Soy el número 10 de 13 hijos. Desde pequeño mi mamá me inculcó la fe Católica, por lo cual asistía todos los domingos a la capilla de mi comunidad para participar de las celebraciones. 

Resulta que, en la etapa de mi adolescencia, alrededor de los 13 años me dejé influenciar por las malas amistades y fue entonces cuando probé por primera vez el licor y el cigarro, a veces caminaba con un grupo de chavalos por las calles del Bluff tirando piedras en los techos de las casas y metiéndonos en problemas, una pregunta que quizás ustedes se harían ¿y qué hacia la mamá de este adolescente ante tal rebeldía de su hijo?

 Un día mi mamá me regañó fuertemente y me dijo que ella no iba a estar criando a un vago y peor a un delincuente, y que yo decidiera que era lo que quería hacer con mi vida, todo esto me lo dijo llorando y eso me impactó mucho, tanto así que mi cambio fue rotundo, me alejé de las malas compañías y empecé a formar mis metas y ayudarle a esa maravillosa madre que Dios me ha regalado, toda mi niñez y adolescencia fui un vendedor ambulante para ayudar al sostenimiento del hogar y para la educación tanto mía como la de mis hermanos, ya que somos de escasos recursos y mi mamá es ama de casa.
¿Pero entonces cómo empezó mi inquietud vocacional?

Con toda sinceridad les con-fieso que nunca se me paso por la mente ser sacerdote, ya que desde pequeño lo que siempre quise fue ser docente, pero no tuve la oportunidad de ingresar a una escuela normal para dicha preparación. Es entonces cuando me involucré más en las cosas de Dios y ayudaba en la capilla Virgen del Carmen como lector, llegué a conocer a una chica con la cual tuve dos años y medios de noviazgo, pero resulta que Dios inició en mi un nuevo plan, podría decir que me sedujo y ya no me quería como un lector, sino como un siervo suyo.

Resulta que en diciembre del 2012, después de una eucaristía, el Señor me habló por una señora que se me acercó y me dijo que si quería ingresar al seminario, y yo al inmediato respondí que sí, sin pensar en lo que iba a decir mi familia, pero aun así hablé con el párroco. Al conversar con él, rotundamente me dijo que yo aún estaba muy niño para ingresar a una casa de formación, ya que apenas tenía 15 años de edad, a pesar de eso no me desanimé.

La inquietud de ser sacerdote resonó en mi todo el año 2013, sin saber qué hacer ni con quien hablar, pero Dios no me dejó solo y me volvió a hablar por medio de la misma persona, doña Nancy Ramos que es la delegada de la Palabra de mi comunidad, y actualmente es mi madrina de confirma, esta vez el Señor se manifestó un 19 de enero del 2014, en esta ocasión si pude hablar con el nuevo párroco y encontrar una respuesta positiva ya que consiguió que pudiera entrar al Seminario Menor, mi mamá como toda buena madre me comprendió y me apoyó, solo que me dio un consejo que: si quería ser sacerdote tenía que tener en cuenta la res-ponsabilidad y seriedad que esto implica, y yo le dije que si estaba seguro de lo que quería hacer.

Pasé arreglando todo lo que un seminarista puede necesitar en el seminario, obviamente también corté con la chica con la que andaba, y un domingo 26 de enero del 2014 con la con la tristeza de dejar a mi familia, pero con la alegría de responder con generosidad al Señor, partí para el Seminario Menor Pio X ubicado en Bluefields, estuve ahí dos años, cursando cuarto y quinto año de secundaria y el 29 de enero del 2016 ingresé al Seminario Propedéutico San Juan Pablo II; el 27 de enero de este año 2017 inicié mis estudios de 1° de filosofía aquí en el Seminario Nacional Nuestra Señora de Fátima; hasta ahora me encuentro muy feliz y dispuesto a continuar en este proceso vocacional, gracias a las oraciones de todo el pueblo de Dios, incluyendo la tuya ahora que conoces parte de mi vida.

Me gustaría concluir compar-tiéndoles una cita bíblica que me ha servido para mi configuración con Jesús Sumo y Eterno Sacerdote, y es Jn 15,16 “ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los prepare para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca”.

Valerio Isael Orellana Rodríguez 
Seminarista del Vicariato Apostólico de Bluefields
I año de Filosofía