martes, 21 de junio de 2016

DIOS SACA DONDE NO HAY

Soy Oswaldo Nicolás Maradiaga Soto, un joven normal, común, un chavalo que hacía cosas y juegos como cualquier otro joven que anda por ahí en la calle. Provengo de una familia sencilla y humilde, de ahí Dios toma mi nombre y persona completa para vivir una experiencia personal con Él, tengo 29 años, hijo de Félix Pedro Maradiaga y María de la Concepción Soto, actualmente separados. Somos cuatro hermanos, tres varones y una mujer, siendo yo el mayor.

Vivimos un tiempo con la familia de mi mamá, ahí me crié. Recibí educación de mis abuelos, por tanto, mis hermanos y yo estuvimos bajo su cuidado. De ellos recibimos los buenos valores cristianos, siendo ellos no practicantes de la fe católica.

Desde pequeño he visto celebrar a mi mamá la Purísima, una tradición rica y propia de nuestro país, escuchar los cantos a la Virgen, ver la gente que sale a las calles y que da el grito: ¿Quién causa tanta alegría? Me entusiasmaba, no para ser cura, pero sí procuraba en mí el crecimiento de un cariño especial a la Virgen. Mi madre tiene particular devoción a la Virgen de la Merced patrona de la ciudad de León. Ahí nace mi amor y devoción a la Santísima Virgen María, son dos fechas que me llenan de alegría por ello las tengo presente.

Mi historia en un momento de la vida, cambia, cuando voy conociendo y relacionándome con los compañeros del colegio, los vecinos, amigos y conocidos. La vida que llevaba no tenía rumbo, vivía sin sentido, quería buscar un lugar en la sociedad para ser aceptado, era producto de identificarme con personas que iba conociendo. Hubo amistades que mi madre, me aconsejaba dejarlas, porque no eran buena influencia para mi.

Dios iba trabajando en mi vida, de la manera más discreta, a pesar de las circunstancias que vivía, siendo niño, sufrí la ausencia de mi madre y padre, sin embargo, las figuras de mis abuelos y tíos era un signo de que no estaba sólo, como también otros muchos signos, es verdad que Dios no se muestra en persona, pero él se hacía presente en cada persona que ha venido poniendo en mi camino.

Cuando ya tenía cierta edad, me involucré en las actividades de la Iglesia, estuve de monaguillo, en el coro y a la pastoral juvenil. Por razones ajenas a mí, tuve que retirarme. Fue el momento de ver el mundo, tuve en mis manos drogas, aunque no haya consumido, iba adquiriendo rebeldía por las amistades que tenía. Por mis andanzas, salía mal en las clases, el resultado fue reprobar un año lectivo. Llego el momento de que abriera los ojos, que me quitara la venda y poder ver con más claridad. Recuerdo ese año de la secundaria, lo que hice sufrir a mi madre.

Cada vez pasaba el tiempo y me sentía vacío, completamente insatisfecho con mi vida, tenia trazado lo que quería; tener un buen trabajo, una esposa con tres hijos, mi casa, ayudar a mi mamá, un carro y ser feliz.

Surge de la nada, un fuerte deseo de que querer ayudar en mi comunidad, un reparto que queda al Norte de la ciudad de León, llegaba el sacerdote los sábados a celebrar la Eucaristía, lo cual, eso no era suficiente, se necesitaba a un cura fijo. Surge como idea y muy loca de querer ser sacerdote, recuerdo que un ministro extraordinario de la comunión que llegaba a darnos catequesis, y a realizar otras actividades decía: ojalá salga un cura de este reparto, se lo pido a Dios. Y yo decía: No creo que salga, esta gente es dura.

Como dije anteriormente, los signos de Dios en la vida personal son importantes, en la misa de promoción de primaria, celebró la Eucaristía un sacerdote muy jovial, alegre, carismático y cercano a la gente. Ese día hizo una pregunta que me quedó grabada en la mente. Dijo: ¿Qué quieren ser ustedes en la vida cuando sean grandes? Lo primero, que vino a mi mente fue, quiero se como usted.
En un retiro con unos misioneros españoles que llegaron a mi comunidad, estaba el sacerdote haciendo su reflexión, y manifestaba la bondad de Dios para con el género humano, el amor que tenia Dios al hombre. Y dijo una frase que me cala hasta el día de hoy: “Dios saca donde no hay”. Así que mire mi vida y dije: No creo que saque algo de mí.

Se vinieron abajo todos esos planes que tenía, yo quería trabajar y tener todo antes de pensar en un matrimonio, como el de ayudar a mi mamá. Y meditando estas palabras: el Señor siempre puede hacer cuanto quiera porque es Dios. Él, muestra su misericordia de la manera que uno menos se los espera, así me lo ha mostrado a mí. Desde el día que decidí hacer esta experiencia de encuentro con Él.

Otro día, en el portón de la Iglesia un amigo sacerdote platicando en broma dijo: Yo sigo diciendo que tú estas bien para cura. Yo sólo me reí, porque veía al sacerdocio como algo inalcanzable, completamente misterioso y divino. Y le dije: Eso no es para mí.

Decidí entrar al seminario tras haber platicado con varios sacerdotes, yo no creía lo que estaba pasando conmigo, iba a misa diario, y si no iba me angustiaba, me daban ganas de llorar, escuchaba a gritos que pedían ayuda. El día que me fui, lo hice sin decir nada, ni a mi mamá, ni a mis hermanos, a nadie. Mi párroco fue a decirle donde estaba, y ella con lagrimas en sus ojos manifestó que ya no podía hacer nada.

Aquí estoy que es lo paradójico de la vida, llevo ocho años de estudio, y curso actualmente el tercer año de Teología. Mi mamá contenta, como también mis hermanos y otros familiares y amigos que creían que no iba a durar en esta intensiva formación.

Dando gracias a Dios por todo lo bueno que me ha dado desde que dí mi respuesta generosa a Él, hoy veo las cosas, los problemas, las dificultades, las crisis y todo lo negativo que venga desde la mirada amorosa de Dios. A Jesús he decidido darle mi vida, estoy respondiendo con amor a este llamado que me ha hecho, entre caídas y levantadas. Porque Él, “saca donde no hay”. Llama, y escoge siempre; todo es atender a su voz.

No es fácil el camino, día a día hay que configurarse con Jesús. Él, nos ilusiona, nos enamora y susurra al oído que me necesita, que necesitas mis manos, mi ser todo lo que soy para la construcción del Reino de Dios. Jesús “saca donde no hay” para demostrar que su amor es más grande que lo que nosotros pensamos, para confundir a los poderosos, así trabaja Él.

Pido sus oraciones, primero para que sea un buen cristiano, humano y cercano. Y luego si él lo desea, que sea un sacerdote según su corazón. Encomiéndenme a la Virgen, un ave María para que le sea fiel al Señor. Muchas bendiciones queridos hermanos.


OSWALDO NICOLÁS MARADIAGA SOTO
Seminarista de Tercero de Teología 
Diócesis de León 


No hay comentarios:

Publicar un comentario