domingo, 10 de septiembre de 2017

LA INQUIETUD

Carlos Mendoza
II año de Filosofía
Tenemos un conocimiento común y quizás de manera superficial acerca del hombre, y lo podemos definir muchas veces como un ser racional que está constituido por ciertas capacidades que lo hacen ser único, lo hacen ser persona; muchas veces o casi siempre por nuestro aprendizaje le atribuimos al hombre el estar compuesto por una parte material y otra espiritual (cuerpo y alma), también decimos que posee sentimientos, emociones, inteligencia. Pero muchas veces pasa por desapercibido –y no por que se ignore– un rasgo muy fundamental en el ser humano, que es la búsqueda incesante siempre presente en él; es este factor muy indispensable en el hombre, ya que sin ello estaría renunciando al mismo ser hom-bre, ya que estaría entrando en una especie de conformismo, prescindiendo de su misma realización. 
Si hacemos un recorrido por la historia de la humanidad encon-traremos presente desde tiempos muy antiguos al hombre que busca, encuentra y desea buscar más, y así vemos en cada etapa de la historia, descubrimientos que el hombre hace gracias a este deseo antes mencionado, el cual es un deleite para él mismo.
En la evolución del conocimiento del hombre, encontramos en la prehistoria a un hombre haciéndose preguntas sobre el mundo, a un hombre deseoso por adquirir cono-cimientos; deseoso por saber el origen del universo, saber sobre su origen propio, saber la verdad de las cosas y con urgencia encontrar una respuesta a estas interrogantes, ya que por su naturaleza no puede vivir con interrogante alguna; en su momento el hombre supo hallar respuesta explicándose las cosas mediante mitos, imágenes, figuras; y es que, era lo que su razonamiento que apenas gateaba, le suplía; luego con el paso del mito al logos(razón) con los primeros filósofos griegos vemos al hombre que ya se da otro tipo de explicaciones más razonadas, en donde su hallazgo es mejor fundamentado, signo de que su espíritu de búsqueda está muchísimo más  adiestrado que al inicio para seguir buscando, continuar desarrollándose y dejar su huella en el transcurso de la historia.

Lo interesante de esta dinámica del hombre y su búsqueda es que hay un factor clave, la inteligencia puesta en el hombre, que es única; la búsqueda siempre se enfocará en la verdad sobre él mismo y el mundo que le rodea. El problema se sitúa en un plano práctico y existencial (Juan Pablo II, Fides et Ratio, 1998), pues es claro que el sujeto de la búsqueda, no es un puro entendimiento, sino un hombre, un hombre que, según Aristóteles, se podría definir en función de la elección, como “inteligencia deseosa o deseo inteligente” (p. 1139, c. b, Aristóteles, Ética a Nicómaco, VI, cap. 2,). La razón es clara: una inteligencia sola no busca nada; una inteligencia deseosa, por el contrario sí. Ahora bien: hablar de inteligencia deseosa –y mejor aún, de “deseo inteligente” – es hablar de la condición práctica del hombre que es “ir detrás de”, ir detrás de todo aquello que anhela desde lo más íntimo de su corazón, esto es una elección, el hombre eligiendo buscar e ir hacia lo que anhela. 

Como ya he planteado anteriormente aludiendo sobre las primeras curiosidades del ser humano, sus primeras interrogantes sobre la verdad del mundo, sobre la primera causa de las cosas la pregunta que predomina, luego el hombre va a superar esta cuestión para ver el horizonte en él mismo, en su interior, preguntas como ¿Qué es el hombre? ¿Qué es lo que hay en mí mismo? ¿Quién soy? Son las que van a resaltar en este itinerario hacia el hombre mismo. 

En la antigüedad ciertamente hay vestigios de estudios antropológicos, como es el caso, en Sócrates, Platón, Aristóteles, en las escuelas helénicas; No se descuida del todo el hombre durante la Edad Media, pero será a partir del siglo XV con el Renacimiento y el Humanismo surgido en esta etapa en que se profundizará y se acentuará más sobre el estudio del hombre, en la pregunta del hombre por el hombre; cabe destacar en el siglo XIX, el nacimiento de la Psicología como ciencia autónoma, algo que vino a fortalecer más el estudio del hombre, sirviendo muchas veces de foco para hacer más eficaz nuestra búsqueda; todavía en el siglo XX con la prolongación del Existencialismo hasta mediado de este siglo se logra apreciar a un hombre enfocado en temas tales como, el análisis de la condición humana, la libertad y la responsabilidad individual, las emociones, así como el significado de la vida.

En esta época en que vivimos, tiempos del mundo postmoderno, pienso que es válido todavía pre-guntarse sobre el significado de la vida y el sentido de nuestra exis-tencia, aspirar a ese encuentro con la realización personal, aspirar a ese encuentro con la verdad, la verdad de cada hombre, a la que a todos nos une el deber de buscarla; esto es un principio intrínseco a todo ser humano ya que hay en lo más íntimo de cada hombre “una profunda insatisfacción personal”  (San Agustín, Ciudad de Dios) y nuestra naturaleza con el espíritu de búsqueda o inteligencia deseosa -con que todos contamos – es  la que nos va hacer ir tras todo aquello que anhelamos y nos hará felices. 

En contraste con lo que debe ser acorde a nuestra dinámica de búsqueda, tengo la impresión y sospecha, y es lo que quisiera seguir reflexionando en esta pregunta o ¿es que el hombre ha renunciado a buscar en las cosas, a buscarse él mismo o se ha conformado con lo que sabe o medio sabe de él y las cosas? Muchas veces me da la impresión que cualquiera de estas dos hipótesis pueden ser válidas. Y cuando veo que en nuestras sociedades actuales se ven bastante impregnadas problemáticas como el Hedonismo (identificar el bien con el placer), la violencia, el terrorismo y las guerras, que bien pudiéramos decir, que son problemas subsistentes desde siempre; pero que van en aumento y más aún cuando van surgiendo nuevas problemáticas como la anticoncepción por poner un ejemplo, entonces surge la siguiente interrogante ¿su-poniendo que el hombre no ha renunciado a esa búsqueda, entonces, qué es lo que busca actualmente y hacia dónde irá esta sociedad?.

CarlosFranceschi Mendoza Vílchez 
Estudiante de II año de Filosofía
Diócesis de León 

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