Seminaristas reflexionando el Viacrucis |
Misericordia y esperanza. Esta frase sintetiza lo que
nuestra comunidad del Seminario Nacional ha vivido a lo largo de este primer
cuatrimestre del año 2016.
Después de unas merecidas vacaciones, por el trajín
del año 2015, hemos regresado a casa
el 29 de enero, e inmediatamente
iniciamos nuestro itinerario formativo con la experiencia del retiro espiritual predicado por el
Rvmo. Padre Jaime Ramos, de la Diócesis de León, quien nos insistió sobre el
amor, la misericordia y la conversión.
El ocho de febrero se dio apertura, al año lectivo, con la solemne Eucaristía presidida por
su Exa. Rma. el señor Cardenal Leopoldo José Brenes y concelebrada por los
obispos Mons. Sócrates y Mons. Silvio, los formadores del seminario y
sacerdotes maestros. En esta celebración, nuestros formadores y maestros, hicieron juramento de enseñar la
doctrina propuesta por la Iglesia Católica.
Siguiendo la dinámica del año pasado, hemos
continuado nuestras convivencias
internas ya sea por cursos o por diócesis, estas actividades nos permiten crecer en el conocimiento del hermano y en la maduración personal.
Este año hemos iniciado una experiencia vivificante
y transformadora, la oración por doce
horas nocturnas en presencia de Jesús Sacramentado
los últimos jueves de cada mes. En ella, cada seminarista está destinado a
treinta minutos de adoración, tiempo en el que nos unimos a la oración del papa Francisco y pedimos por la paz en
nuestro pueblo nicaragüense.
Este año la cuaresma salió al paso y nos
preparamos con entera confianza para las fiestas pascuales. Los actos de piedad fueron los medios
oportunos para la interiorización del misterio de la Cruz.
En el Seminario Nacional, el crecimiento espiritual
es uno de nuestros pilares fundamentales, por ello, en el contexto del año de
la misericordia, su Exa. Rvdma. Mons. Silvio Baez reflexionó sobre el sentido del Nombre de Dios,
actividad que compartimos con fieles externos a nuestro centro.
Padre Félix Mejía, exponiendo el Santísimo |
En este mismo contexto, nos preparamos, con una
tarde penitencial, para la pastoral de
semana santa y así poder compartir nuestra fe y nuestra experiencia
cristiana con las comunidades parroquiales a las que éramos enviados. Esta
actividad fue presidida por el padre Pedro Vado director espiritual del
Seminario la Purísima.
Una vez que retornamos de nuestra experiencia
pastoral, continuamos nuestra vida ordinaria con el gozo de la pascua. Hasta
que llegó el domingo del Buen Pastor,
día en que los seminaristas de las diócesis de León, Juigalpa, Matagalpa y
Jinotega viajaron a sus parroquias para compartir su experiencia vocacional y
juntos nos unimos a la colecta nacional y oración por las vocaciones
sacerdotales.
No han faltado los
encuentros deportivos, nuestra liga de fútbol está en forma. El campeonato
interno ya está en auge y esperamos los enfrentamientos deportivos para las
fiestas de la Virgen.
El 17 de abril, el padre César Castillo, rector de nuestro seminario, en compañía de
Mons. Silvio, responsable de los Seminarios de Nicaragua, y el padre rector del
Seminario la Purísima, viajó a Guatemala para participar en una formación sobre los medios
de comunicación.
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Padre Kenneth, días antes de morir. Fuente: Facebook |
En este contexto, el 22 de abril, vino a nosotros algo inesperado, un
acontecimiento que ha golpeado el corazón de nuestros formadores y
seminaristas, e incluso se ha prolongado a toda la Iglesia en Nicaragua hasta
cruzar las fronteras del norte y del sur de nuestro país. Es el trágico fallecimiento de nuestros
hermanos: el padre Kenneth Mendoza
Navas, de la Diócesis de León, quien era formador del Seminario
Propedéutico San Juan Pablo II en Masatepe y junto a él nuestro hermano seminarista Lester Altamirano Rodríguez, conocido en
nuestro seminario como «el chele», que se encontraba haciendo su año de
pastoral en la Diócesis de Jinotega de donde era originario.
A los funerales, en Corinto, asistieron los formadores, los seminaristas de la Diócesis de León
y los estudiantes de primero de filosofía que habían cursado su año
propedéutico con el padre Kenneth; y a Jinotega, en compañía del padre Martín,
asistieron los seminaristas de Jinotega y los hermanos de primer año de
teología que fueron compañeros de batalla de nuestro recordado hermano Lester Altamirano.
En medio de este desasosiego hemos tenido la experiencia del retiro mensual
predicado por el padre Julio McNally, de la Diócesis de Juigalpa. Este retiro
versó sobre el amor en el servicio de la caridad.
Finalizamos los días de abril con la noche cultural cuyos anfitriones fueron
los seminaristas de la Diócesis de Matagalpa.
Que la Virgen de Fátima, Señora de la Paz y
Madre del Buen Consejo nos acompañe y que Dios nos bendiga.
Engels José H. Aguilar
Seminarista
Diócesis de Estelí
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