sábado, 7 de mayo de 2016

CRÓNICA FEBRERO - ABRIL 2016

Seminaristas reflexionando el Viacrucis 
Misericordia y esperanza. Esta frase sintetiza lo que nuestra comunidad del Seminario Nacional ha vivido a lo largo de este primer cuatrimestre del año 2016.

Después de unas merecidas vacaciones, por el trajín del año 2015, hemos regresado a casa el 29 de enero, e inmediatamente iniciamos nuestro itinerario formativo con la experiencia del retiro espiritual predicado por el Rvmo. Padre Jaime Ramos, de la Diócesis de León, quien nos insistió sobre el amor, la misericordia y la conversión.

El ocho de febrero se dio apertura, al año lectivo, con la solemne Eucaristía presidida por su Exa. Rma. el señor Cardenal Leopoldo José Brenes y concelebrada por los obispos Mons. Sócrates y Mons. Silvio, los formadores del seminario y sacerdotes maestros. En esta celebración, nuestros formadores y maestros, hicieron juramento de enseñar la doctrina propuesta por la Iglesia Católica.
Siguiendo la dinámica del año pasado, hemos continuado nuestras convivencias internas ya sea por cursos o por diócesis, estas actividades nos permiten crecer en el conocimiento  del hermano y en la maduración personal.

Este año hemos iniciado una experiencia vivificante y transformadora, la oración por doce horas nocturnas en presencia de Jesús Sacramentado los últimos jueves de cada mes. En ella, cada seminarista está destinado a treinta minutos de adoración, tiempo en el que nos unimos a la oración del papa Francisco y pedimos por la paz en nuestro pueblo nicaragüense. 

 Este año la cuaresma salió al paso y nos preparamos con entera confianza para las fiestas pascuales. Los actos de piedad fueron los medios oportunos para la interiorización del misterio de la Cruz.
En el Seminario Nacional, el crecimiento espiritual es uno de nuestros pilares fundamentales, por ello, en el contexto del año de la misericordia, su Exa. Rvdma. Mons. Silvio Baez reflexionó sobre el sentido del Nombre de Dios, actividad que compartimos con fieles externos a nuestro centro.
Padre Félix Mejía, exponiendo el Santísimo 

En este mismo contexto, nos preparamos, con una tarde penitencial, para la pastoral de semana santa y así poder compartir nuestra fe y nuestra experiencia cristiana con las comunidades parroquiales a las que éramos enviados. Esta actividad fue presidida por el padre Pedro Vado director espiritual del Seminario la Purísima.

Una vez que retornamos de nuestra experiencia pastoral, continuamos nuestra vida ordinaria con el gozo de la pascua. Hasta que llegó el domingo del Buen Pastor, día en que los seminaristas de las diócesis de León, Juigalpa, Matagalpa y Jinotega viajaron a sus parroquias para compartir su experiencia vocacional y juntos nos unimos a la colecta nacional y oración por las vocaciones sacerdotales.

No han faltado los encuentros deportivos, nuestra liga de fútbol está en forma. El campeonato interno ya está en auge y esperamos los enfrentamientos deportivos para las fiestas de la Virgen.
El 17 de abril, el padre César Castillo, rector de nuestro seminario, en compañía de Mons. Silvio, responsable de los Seminarios de Nicaragua, y el padre rector del Seminario la Purísima, viajó a Guatemala para participar en una formación sobre los medios de comunicación.

Padre Kenneth, días antes de morir. Fuente: Facebook
En este contexto, el 22 de abril, vino a nosotros algo inesperado, un acontecimiento que ha golpeado el corazón de nuestros formadores y seminaristas, e incluso se ha prolongado a toda la Iglesia en Nicaragua hasta cruzar las fronteras del norte y del sur de nuestro país. Es el trágico fallecimiento de nuestros hermanos: el padre Kenneth Mendoza Navas, de la Diócesis de León, quien era formador del Seminario Propedéutico San Juan Pablo II en Masatepe y junto a él nuestro hermano seminarista Lester Altamirano Rodríguez, conocido en nuestro seminario como «el chele», que se encontraba haciendo su año de pastoral en la Diócesis de Jinotega de donde era originario.

A los funerales, en Corinto, asistieron los formadores, los seminaristas de la Diócesis de León y los estudiantes de primero de filosofía que habían cursado su año propedéutico con el padre Kenneth; y a Jinotega, en compañía del padre Martín, asistieron los seminaristas de Jinotega y los hermanos de primer año de teología que fueron compañeros de batalla de nuestro recordado hermano Lester Altamirano.

En medio de este desasosiego hemos tenido la experiencia del retiro mensual predicado por el padre Julio McNally, de la Diócesis de Juigalpa. Este retiro versó sobre el amor en el servicio de la caridad.
Finalizamos los días de abril con la noche cultural cuyos anfitriones fueron los seminaristas de la Diócesis de Matagalpa.

Que la Virgen de Fátima, Señora de la Paz y Madre del Buen Consejo nos acompañe y que Dios nos bendiga. 

Engels José H. Aguilar 
Seminarista 
Diócesis de  Estelí 




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