![]() |
Francisco Blandón en el Coro de la Capilla del Seminario Fuente: Facebook |
El siguiente artículo lleva por título: María Madre de Misericordia en el
Magisterio Contemporáneo. Es una mirada amplia y resumida sobre aquellas
afirmaciones más importantes del Magisterio eclesial después del Concilio
Ecuménico Vaticano II, atravesando los pontificados desde Pablo VI hasta el
Papa Francisco.
En María Santísima, Madre del Verbo, se tiene la certeza de encontrar la
misericordia de Dios y nadie como ella ha experimentado en carne propia el
Misterio Pascual de Jesucristo. María, elegida desde la eternidad está unida
con aquél que salvó al mundo del dominio de la muerte y del mal. Por
consiguiente es mujer llena de esperanza,
no encerrada en sí misma, sino preocupada por servir a los demás. Quien
está estrechamente unido a María, su tendencia siempre será adherirse a Cristo,
su Hijo. Es tan misericordiosa que las peticiones dirigidas a ella jamás serán
desatendidas porque es puente de acceso al amor de Dios.
Encarnación, Redención, Maternidad, Intercesión,
Participación, Misericordia.
![]() |
Francisco Blandón celebrando la Natividad del Señor Fuente: Facebook |
Madre de Misericordia es uno de los títulos con los que la Iglesia honra
a la Madre de Dios, la Bienaventurada Virgen María, en atención a los méritos
de su Hijo a quien está estrecha e indisolublemente ligada y enriquecida. (LG
53) Pues «de manera singular y excepcional ha experimentado —como nadie— la
misericordia y, también de manera excepcional, ha hecho posible con el
sacrificio de su corazón la propia participación en la revelación de la
misericordia divina» (DIM 9).
Este hecho tan singular, sin lugar a duda, le viene de su participación
en la obra de la Redención en base a su Maternidad; es decir, el Verbo se hizo
carne en ella, uniéndola así a su plan de misericordia y satisfacción con su
culmen en la cruz. Esta realidad genera admiración y confianza en su poder, y
lleva a los hijos a acudir a ella, pidiendo su intercesión por uno mismo y por
todos los hombres. «En efecto, aquél que ella concibió como hombre, por obra
del Espíritu Santo… no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona
de la Santísima Trinidad» (CEC 495).
El Papa San Juan Pablo II enfatizaba el hecho de que María fue capaz de
ver en el plan misericordioso de Dios hacia los hombres, la manera de proclamar
las maravillas que el Poderoso había realizado en su vida (Lc 1, 49). Desde el momento
de la Encarnación, ella veía en su maternidad un plan de Dios lleno de
«misericordia de generación en generación» (Lc 1, 50). Además, participó en la
revelación de la misericordia con el sacrificio de su propio corazón.Al pie de
la cruz, ella vio el amor misericordioso ilimitado de Dios hacia sus hijos, los
hombres, y fue incorporada a ese misterio particularmente por la unión de su
corazón al Sagrado Corazón de su Hijo (LG 57).
![]() |
Francisco Blandón y fieles laicos en las tradicionales posadelas
Fuente: Facebook
|
En este sentido, San Juan Pablo II
presentaba a María como la agraciada, a quien se admira y se invoca,
pero a la vez, incorpora a los hombres a ese misterio de amor insondable del
Padre (Cfr. DIM 9). Es Madre de Misericordia «porque al pie de la Cruz, Jesús
le confía a su Iglesia y a la humanidad» (VS 120). Y dócil al Espíritu
experimenta la docilidad de la universalidad del amor de Dios, «perseveraban
unánimes en la oración, juntamente con las mujeres y con María, Madre de Jesús,
y con sus hermanos» (Hch 1, 14), y luego «Ella, asunta al cielo, no ha
abandonado su misión de intercesión y salvación» (MC 18).
Ya nos lo recordaba el Papa Benedicto XVI, que la Virgen María ha sido
destinada a ser familia de los discípulos de Jesús que nos enseña a crecer,
esperar y amar como lo hizo Jesucristo. (SS 50) «Hoy es ella quien nos muestra
el modo de abrir la mente y nuestro corazón a la fuerza del Espíritu Santo, que
viene a ser comunicado al mundo entero» (Aparecida 2017).
Recientemente, el Papa Francisco, en ocasión del Año Santo de la
Misericordia, piensa a la Virgen siempre en faena, haciendo siempre algo por
nosotros.
Ve a María como Madre de Misericordia; nos invita pedirle descubrir la alegría de la ternura de Dios. Nos había
dicho ya el Papa que «Cristo nos lleva a María, (…) porque no quiere que caminemos sin una madre,
porque al Señor no le agrada que falte a su Iglesia el icono femenino» (EG
285).
![]() |
Francisco Blandón, predicando el día del Buen Pastor Fuente: Facebook |
Siguiendo el
pensamiento del Papa Francisco observamos que tiene la absoluta certeza de que nadie como ella
conoció la profundidad del misterio de Dios hecho hombre. Y, contemplándola, exclama: ¡todo en ella fue plasmado por la presencia
de la misericordia hecha carne! Desde el inicio y sin final, porque María, que participó íntimamente en el misterio del amor de Jesús, entró ya
en el santuario de la misericordia divina.
Elegida para ser la Madre del Hijo de Dios, María fue preparada desde
siempre por el amor del Padre para ser Arca de la Alianza entre Dios y los
hombres. Custodió en su corazón la
divina misericordia en perfecta sintonía con su Hijo Jesús, y con justa
razón, la invocamos como Madre de Misericordia. Y en esa
historia de amor, ya nos había dicho el Papa que «como verdadera madre, María camina con nosotros, lucha con
nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios…; en ella
encontramos la fuerza de Dios, para sobrellevar los sufrimientos y cansancios
de la vida. Como a san Juan Diego, María nos da la caricia de su consuelo
maternal y nos dice al oído: No se turbe tu corazón […] ¿No estoy yo aquí, que
soy tu Madre?» (MV 24).
Porque entre las
cosas que María guardó en su corazón está también la misericordia de Dios, de
la que tuvo una experiencia privilegiada en el calvario, porque al pie de la cruz, María fue testigo de las palabras de perdón que
salieron de la boca de Jesús. El perdón supremo ofrecido a quienes lo
crucificaron nos muestra hasta dónde puede llegar la misericordia de Dios. Bien
podemos decir que María da testimonio
de que la misericordia del Hijo de Dios
no conoce límites y alcanza a todos
sin excluir a nadie. A ella la invocamos siempre con la antigua y nueva oración de la Salve
Regina, para que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos
misericordiosos y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia,
su Hijo Jesús.
![]() |
Seminaristas: Milton Lorente, Francisco Blandón y Rudy de la Diócesis de Jinotega |
La misericordia de Dios siempre actúa para salvar. Es todo lo contrario
de las obras de quienes actúan siempre para matar. Por tal motivo, a María la
llamamos abogada nuestra. El Señor, mediante su Sierva, guía a su pueblo por el
mundo, educándolo en la fe para realizar con Él la eterna y definitiva alianza
iniciada en el SÍ de María.
Es tanta la misericordia divina que en María alcanza la expresión más
hermosa porque es Madre, discípula y Virgen. «No temas, María, que gozas del
favor de Dios. Mira concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús.
Será grande, llevará el título del Hijo del Altísimo» (Lc 10, 30-31).
Por tanto, en esta relación con la Santísima Virgen María, nos damos
cuenta que su origen y destino está en Dios mismo quien la eligió y por ende
quiso que fuera Madre de Misericordia porque proviene del corazón del Padre, la
ha fortalecido el Espíritu Santo y de su Hijo ha recibido el encargo de
esparcir en el mundo el amor, el perdón y la misericordia misma.
Alzar nuestra mirada al
cielo, no con vagas ilusiones, sino con esperanzas es entrar muy dentro del
corazón y encontrar a María. Sin embargo, hallarle no es para seguir con la
misma vida, es para comenzar a trabajar en lo que nos manda: «Hagan lo que Él
les diga» (Jn 2, 5).
Francisco Blandón Fuente: Hernaldo |
La devoción a María como Madre de Misericordia tiene que notarse en el testimonio
de vida; ¿nos ayuda a ir creciendo en la ternura y el cariño? (EG, 288). Ese es
el estilo mariano de la actividad evangelizadora: la ternura, la cultura del
encuentro, la actitud hospitalaria que cura al herido, sana al enfermo y lo
lleva pronto a su casa, a la casa del Padre para elevar cantos de acción de
gracias.
En otras palabras, desde el Vaticano II, se ha querido explicar
cuidadosamente la función de la Bienaventurada Virgen María en el misterio del
Verbo Encarnado y del Cuerpo Místico, la Iglesia, (LG 54) y por eso los Papas
posteriores a este gran acontecimiento eclesial, siguiendo el pensamiento de
los Santos Padres y de la tradición, no encontraron ningún problema en llamar a
María, Madre de Misericordia, pues en su persona se realiza de manera más
perfecta la obediencia debida a Dios y esto conlleva a invocarla no sólo como
la Mediadora de todas las gracias, sino también como Madre de Misericordia, que
nos dona el amor que recibió del mismo Dios.
Juan Francisco
Blandón Castro
Seminarista, 4º
año de Teología
jfrancisco0310@gmail.com
CONSULTAS BIBLIOGRÁFICAS
Benedicto VI, Discurso al final del Santo Rosario en el Santuario de Nuestra Señora
de Aparecida, sábado 12 de mayo de 2007.
Benedicto XV, Carta Encíclica SpeSalvi, Roma 30 de noviembre de 2007.
Catecismo de la Iglesia Católica,
IMAGE.
Concilio Vaticano II, Documentos completos, SAN PABLO.
Juan Pablo II, Carta Encíclica Dives in Misericordia, Roma 30 de noviembre de
1980.
Juan Pablo II, Carta Encíclica VeritatisSplendor, Roma 06 de agosto de 1993.
Pablo VI, Exhortación
Apostólica MarialisCultus, Roma 02 de febrero de 1974.
Francisco, Exhortación Apostólica EvangeliiGaudium, Roma 24 de noviembre de
2013.
Francisco, Bula
de convocación del Jubileo extraordinario de la misericordiaMisericordiaeVultus,
Roma 11 de abril de 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario